Ayer, 5-6-2012 obtuve por fin respuesta a muchos de los interrogantes que se me han planteado durante los últimos años, bueno bastantes años, porque habría que retornar como mínimo a hace más de 12. Interrogantes, como:
¿Por qué cuando estaba bien gordito (año 1995, 25 Kg más), era sedentario, no me cuidaba, podía dar sangre sin problemas?, y los resultados de las analíticas decían que gozaba de una salud envidiable.
¿Por qué ahora que estoy perdiendo peso (año 1998), que hago ejercicio, que me cuido, me rechazan tres veces consecutivas para dar sangre porque tengo los niveles de hematocrito por debajo de lo normal?.
¿Por qué durante años puedo hacer vida más o menos normal?, tengo algunos síntomas (molestias estomacales, alguna que otra diarrea, dolores musculares, cansancio) a los que no presto demasiada atención.
Empiezo a tener ya hace algunos años niveles mucho más bajos de lo habitual de hierro. “Eso es porque eres corredor, y los corredores tenéis todos el hierro muy bajo”, me decía todo el mundo (incluido los médicos). Tres meses con el Tardiferón, y solucionado.
¿Por qué durante más de diez años de practicar carrera de forma continua mi progresión ha sido tan pobre?. Veo y conozco amigos, compañeros de aventuras de fin de semana, que se inician en esto de las carreras y a los pocos meses ya los pierdo de vista antes del km 2 de cualquier carrera. Bueno, tendré que resignarme, soy así de torpe y malo.
¿Por qué en diversas ocasiones que decido intensificar el entrenamiento de forma individual y personal, fracaso de nuevo?. Cuanto más entreno, menos voy. Eso es debido a que como soy tan torpe y tan inútil, de donde no hay, no se puede sacar. De nuevo resignación.
¿Por qué en los últimos tiempos desde mi entorno (familiares, amigos, conocidos) se me “machaca” con el tema de la alimentación: “come más, no te cuidas, quemas demasiado”, hasta prácticamente acusarme de negligencia o casi de anoréxico.
Así, más interrogantes que en este momento no vienen al caso, pero que en su día se me plantearon.
Por desgracia para mí, me quedo solo en casa en el mes de Octubre, tengo más tiempo para entrenar, y decido ponerme en manos de un profesional de la preparación física. Después de algo más de dos meses y medio de entrenamientos y de seguir una rutina disciplinada, el resultado fue un nuevo fracaso (en el aspecto físico). Eso es lo que pensaba a mediados de Marzo, ahora lo que pienso es que ha sido una victoria, o el suceso que me ha conducido a resolver el interrogante permanente.
Ya he comentado el proceso durante los últimos meses: calambres insoportables, niveles de hierro y ferritina en sangre inexistentes, hemoglobina y hematocrito más que justos, cansancio desmesurado, etc. Varias cajas de hierro de distintas presentaciones después, sigo sin tener la más mínima absorción. Prueba de sangre oculta en heces negativa, colonoscopia normal, sin nada destacable. Por fin, la gastroscopia con biopsia intestinal la semana pasada. El resultado del análisis anatomopatológico no ha podido ser más claro: “atrofia vellositaria subtotal compatible con enfermedad celiaca”. Traducido, soy celiaco, mi intestino tiene dañada la mucosa, motivo por el cual no absorbe de forma adecuada los nutrientes, incluido el hierro.
Este diagnóstico, más que un “mazazo” ha supuesto una liberación, ahora ya tengo algo a lo que enfrentarme. De momento, se acabó la incertidumbre, a seguir la dieta estricta sin gluten de por vida, y a esperar unos meses a que se recupere la mucosa intestinal y con ella los niveles de hierro normales.